Tengamos en cuenta que la tragedia griega es una narrativa, pero en verso, para interpretar, respectivamente, la prosa poética moderna como la progresiva revelación de la permanencia de una tal psico realidad, en que la narrativa posmoderna está sometida. Desde este punto de vista, una lectura atenta de Ismene del poeta griego Yannis Ritsos (1909-1990) -editada por Acantilado (Barcelona, 2012)- nos permite apreciar que su narrativa poética de carácter psico realista sirve para una primera organización de los pensamientos aquellos del poeta cuya base es el asunto de la solidaridad frente a la soledad.
En Ismene de
Yannis Ritsos, la voz de su heroína se contrapone a la de Antígona, como es
sabida, hasta la fecha, a través de la homónima tragedia de Sófocles, Antígona, cuyo texto se encuentra
también en castellano[1]
en la red. Mientras Antígona expresa
su individualidad con respecto a su ética y sus deberes hacia su hermano
Polinice, Ismene está dispuesta a
obedecer a la ciudad. Entonces, el poder de la ciudad, inscrito en su propio
psiquismo, recita para ella un papel insustituible; a decir verdad, parece que
la ciudad en el pensamiento de Ismene está
por encima de la familia y encierra una serie variopinta de personas,
opiniones, decisiones.
En este sentido, mutatis mutandis, el poeta Yannis Ritsos
intenta establecer una relación clara entre la hermana de Antígona y la ciudad.
La que era la… segunda, la hermana de la rebelde, ahora consigue captar el
interés de los lectores contemporáneos como el personaje puesto a primer plano.
Además, la normalización de la construcción narrativa así alcanzada podría
servir como punto de partida para un enfoque sociológico que ocupa, hoy en día,
un lugar destacado en el ámbito literario. Porque la prosa poética de Ritsos -desde
el punto de vista sociológico- llena un hueco de la narración, puesto que nos
introduce a un nuevo camino de valorar las cosas.
Por otro lado, esta vida de los burgueses también se pone
en cuestión: ¿merecería la pena vivirla o no? ¿Qué sería la vida sin hermanos o
familia? Ante estas cuestiones absolutamente retóricas, el poeta Ritsos
desarrolla sus pensamientos de los cuales surge una espontaneidad natural,
aunque cada palabra y verso han sido bien elegidos. Mientras los versos de Ismene ofrecen una apertura al contexto
social, ponen la antigua historia en contexto para que los lectores
contemporáneos puedan reconsiderar todos los papeles dentro de su
yuxtaposición.
La prosa poética de Ritsos empieza con la visita de un
joven a la casa de una señora que lleva muchos años compartiendo la vida con la
memoria y que, si no fuera Ismene, podría
ser una burguesa anónima; una persona que sufre del dolor de la memoria. Sí que
la memoria es dolorosa para ella. Con la ocasión de esta realidad de la visita,
sujeta a un protocolo oficial, este inicio de la narración y acción poética nos
lleva -simbólicamente- al encuentro de aquel Julien con la señora Rênal al Rojo y Negro de Stendhal, una novela que
también obedece a un protocolo burgués, adonde se desarrolla respectivamente
una relación, aunque distinta, entre un joven y una señora mayor.
En Ismene, no
son sólo las joyas que nos permiten considerarla como una burguesa sino también
su habla; principalmente sus palabras de un tono nostálgico y amargado a la
vez, narran la historia de la diferencia de las dos hermanas, la cual implica
la civilización burguesa. Después de la Ilustración, toda nuestra cultura de
comportamiento consiste en respectar a esas personas con las cuales no estamos
de acuerdo. El derecho a la polifonía, hoy en día, es imprescindible. Resulta
entonces evidente que la prosa poética de Ritsos, en general, de carácter psico
realista, se ocupa de esta cultura de la diferencia y su legado a lo largo de
los años. Más específicamente, se trata de la relación entre hermanas, es
decir, de esa relación tan importante como clave de la madurez y de la
independencia sin que los dos sujetos dejen de lado sus responsabilidades ni
sus caracteres reales y enteros con los defectos ya reconocidos por ambas
partes. El dramatismo de esta relación es intenso, como intensa es la poesía
trágica que trata de los asuntos de la libertad moral, del psiquismo y sus
aspectos sociopolíticos.
En este punto, merecería la pena destacar unos de los
versos de Antígona y Ismene de la tragedia de Sófocles y de la poesía de Yannis
Ritsos respectivamente. Mientras, en Sófocles, Ismene le dice a Antígona que
“se apasiona por un imposible”, en Ritsos, se muestra como una persona que ya lo
ha valorado todo y está añorando a su hermana sosteniendo que “Cuando/ el
mundo/ te teme o te necesita, nunca sabes lo que/ te prepara” (traducción de
Selma Ancira, p. 63).
En Sófocles, se nota que Ismene era la que quería
escuchar; en cambio, Antígona era la que ya había decidido por su vida y no
quería morir sin gloria. Para ella, el asunto de la muerte era lo más
importante tras la entrada de Creonte en su vida en cuanto al entierro de su
hermano. Entonces, mientras, a través del papel de Antígona, en la tragedia de
Sófocles, los lectores, nos enteramos de una relación triangular en vez de un
vínculo bipartido, en nombre de la justicia y de los ideales, en Ritsos nos
enteramos de una amargura existencial de dos direcciones. Por un lado, esa
última está liada con los temores y los intereses como dos tendencias sociales
cuando las estructuras sociopolíticas estén marcadas por la corrupción. Parece
que Ismene, bajo estas circunstancias, después de haber votado por la ciudad y
el bien común, a lo largo de los años ha sido desesperanzada por la relajación
social. Por otro lado, la amargura existencial se relaciona con sí misma y
Antígona, mejor dicho, con el fantasma de su hermana. En este marco, pues, hay
sólo dos personas, así que la relación resulta más directa y emocional. De
todas formas, no sería una perogrullada suponer que este personaje de Ismene,
mediante los versos de Ritsos, aparece más sabio abrazando dos voces en vez de
una. Porque se nutre de la hermana perdida.
De los primeros momentos de la narrativa poética de
Ritsos se entiende que el tiempo es a la vez espacio. La heroína se refiere a
su condición, que “el tiempo transcurre con lentitud” (p.9) para llamar nuestra
atención al sinsentido histórico, a un espejo vacío, sin imagen, puesto que no
hay velocidad ni facetas de realidad o movimiento. Todo es sabido y todo se
deteriora, como sucede con la “madera de los muebles” (p.9). Puesta en esta
situación sin sorpresas, Ismene de Ritsos no puede que recordar; sin embargo,
su habla resulta muy filosófica y rica en objetos símbolos como son, por
ejemplo, los claveles que simbolizan las flores de la izquierda, de la sociedad
histórica después de haber luchado por la libertad y los derechos humanos. En
suma, la narrativa poética contemporánea insiste en la dimensión temporal y
dramática que se extiende al espacio para convertirlo en un lugar del alma.
Finalmente, la narrativa poética en Ismene reúne el pasado con el presente y el futuro. La poesía de
Ritsos está basada en un modelo retrospectivo, de atrás para adelante, pero no
en orden. Más específicamente, la historia de Ismene, su monologo, se narra de
modo fragmentario. Las secuencias del “yo”, de “ella” y de “nosotras” y de “ellos”
en general son reconocibles con respecto al tiempo en que coinciden. La primera
persona está liada con el presente, mientras la tercera se relaciona con el
pasado visto también como futuro en términos de falta y espera. En cuanto a la primera
y tercera persona plural, está la sociedad íntima y la ciudad impersonal respectivamente
detrás de esas. Así que podemos apreciar que cada persona corresponde a un
tiempo distinto acerca del destino y la historia personal. Indudablemente,
Ismene, a través de una forma de meditación poética, envuelve a todos esos
tiempos y al mismo tiempo los niega con sus alternancias entre las facetas de
su vida.
Esas tres secuencias mencionadas arriba tienen su
significado en relación con los tres niveles del inconsciente, del
subconsciente y de la conciencia. En primer lugar, la primera persona de Ismene
representa el nivel del subconsciente en el presente. Pero, la tercera persona,
cuando se refiere a Antígona, expresa su relación con la conciencia, en el
pasado. Al recordar los hechos, la primera persona plural también tiene lugar
en el pasado en términos de conciencia. En cambio, la tercera persona plural desarrolla
una relación dominante con el inconsciente en el ámbito colectivo. Sin embargo,
en la narrativa poética de Ritsos, cada nivel genera contactos múltiples con
los otros y así se efectúa una lectura contemporánea polifacética mezclando
tiempos y emociones.
En realidad, un rasgo que importa destacar es que siendo
múltiples los sentidos de la tragedia de Sófocles y cada uno de ellos con un
valor especial, en Ismene, mediante
los versos, existe un constante juego
de credibilidad y motivación. Sobre esta base de motivo y motivación, el
poeta elabora sus pensamientos para introducirnos la primera burguesa, Ismene. Eso
es más notable por su voluntad de explorar la historia desde un espejo de
cotidianidad. Ismene, estimulada por aquel ideal inalcanzable de Antígona,
ahora intenta memorizar a su hermana como una persona no sólo de virtudes sino
también de defectos. Así se restituye el personaje de Antígona como familiar y
verdaderamente real en vez de permanecer perfecta, la heroína sola y distante
para siempre. En resumen, no deja de ser significativo que la descripción de
Ismene de Ritsos alrededor de su hermana forma parte esencial como aspecto de
la narrativa poética, en el campo de la cual Antígona la imperfecta aparece
como un personaje moral sin máscara.
Para terminar, merecería la pena definir el objetivo de
la poesía de Yannis Ritsos como un esfuerzo de encontrar luz detrás de las
sombras. Basado, por medio de esta obra, en una tragedia griega importante, el
poeta griego ha intentado crear una historia excéntrica de subjetivación para
expresar el psiquismo de Ismene. La hermana que decidió vivir y optó por la
ciudad, es decir, la sociedad, ahora tiene su oportunidad. Mientras, en
Sófocles, aquellos versos de Antígona “No he nacido para compartir el odio/ sino
el amor” nos impresionaron con su fuerza positiva, en Ritsos, los versos de
Ismene “Cuando/ el mundo/ te teme o te necesita, nunca sabes lo que/ te
prepara” nos hacen pensar de las condiciones de vida que confrontamos hoy en
día. Además, esos versos son la misma prueba -señalada por Aristóteles- que el
conocimiento está sujeto en el asombro. El habla de Ismene es un conjunto de
memorias, de tristeza y dolor, de momentos de infancia ya vividos.
En general, podríamos sostener que la creatividad de
Ritsos comienza donde las palabras terminan. El proceso creativo, mejor dicho, la
idea que nace y busca residencia, consiste en un regreso de la mente a la
concentración para producir un resultado auténtico. Lo que Ritsos logró, no
cabe duda, que era la combinación de la prosa poética y de la tragedia clásica
en una forma doble, micrográfica y amplia a la vez. Puede decirse que su poesía
está llena de argumentos y emociones que coinciden en una expresión laica. La
sencillez de esa expresión resulta ser más fuerte que la de las palabras
sofisticadas o de las metáforas vistas como medio de expresar emociones. Ismene
es una mujer que lo ha vivido todo, ha sufrido mucho al ver las desgracias. No
obstante, ella no encontró la facilidad de crear quimeras. Es la que quiere la
verdad. Su postura a la vida nos muestra su habilidad de seguir sufriendo. Para
Ismene, la vida no es que una muerte sin parar. Al igual que la memoria es una
fuente de dolor, el subconsciente o inconsciente colectivo, pese a su
originalidad, podría mantener un conjunto de percepciones urbanas que iba a
implicar la dependencia de los seres humanos contemporáneos y su… adicción a la
cultura burguesa de abrir espacio al dolor en vez de caminar adelante, de
actuar.
primera publicación en
Hablando con letras
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