Las canciones populares griegas conllevan una reflexión sobre el renacimiento posible de la tradición reexaminada a través de la música y la aproximación poética entrelazadas. Al recorrer los asuntos eternos de la muerte, del dolor o duelo amoroso, el sujeto de la narración popular nos conmueve a través de una forma aceptada sui generis.
Más específicamente, el reconocimiento de las canciones
populares consiste en la verdad unánime del sufrimiento psíquico según la cual
los espectadores no tienen que hacer un gran esfuerzo para poder entender la
sustancia oculta del arte. No están amenazados por el miedo al esfuerzo cuya
perspectiva abordó la poeta Marina Tsvetaeva en su obra El poeta y el tiempo
(en griego, editada por la editorial Kardamitsa, Atenas 1998, tr. Kaiti
Diamantakou).
En el teatro contemporáneo “Frínico” de Delfos –
deliberadamente semejante a los teatros griegos antiguos con una capacidad de
1050 espectadores-, se realizó con éxito la “boda” artística de los dos mitos
populares Del puente de Arta y Del fantasma de Charmaena o Jármena del
compositor Dimitris Maramis. Todo tuvo lugar en el marco del festival
“Λάλον ύδωρ – Lalon Hidor, el
agua que habla” el domingo crepuscular 6 de julio de 2025.
La función coherente de las dos historias, - la segunda Del
fantasma de Charmaena en poesía de Sotiris Trivisas- con una duración de
una hora desempolvó nuestra memoria prometiéndonos nuevas oportunidades de
interpretar la realidad en reconciliación con las malas características de
nuestra raza, de las cuales destacan la injusticia y el mal por falta de cuidado,
incluso el maltratamiento de las mujeres.
De acuerdo con lo anterior, la tradición no guardaba
siempre una buena palabra para las mujeres. Por el contrario, la figura de la
mujer desde siempre provocaba algún tipo de miedo al hombre igual que suele ser
hasta la fecha en Nepal el caso de Kumari devi, la mujer divinizada que se ve adorada
como diosa. A esas alturas, sus pies no pueden tocar el suelo, por lo cual ella
estará tarde o temprano estigmatizada como una figura de mala suerte después de
su menstruación y regreso a una vida normal sin poder vivirla como tal
desafortunadamente debido a su vida irreal anteriormente, inventada por la religión
y sus costumbres.
En la historia Del puente de Arta, por otro lado,
se nota que nunca se anuncia el nombre de la esposa del ingeniero de obras el que
es Smaragda. No se hace por casualidad. En la Grecia antigua la mujer solía ser
la hija de su padre en primer lugar y luego, la esposa de su marido. No era
independiente. Entonces, la mujer Del puente de Arta condenada a la muerte
obligatoria sin razón se convierte en una figura fuera del tiempo, sin género,
vista como fantasma contra el tiempo lineal. Desde el momento crucial de la traición
del marido, Smaragda es la mujer sin nombre ni género, es la propia injusticia
incorporada en un personaje semi mítico y semi popular.
En este sentido, la mujer Del puente de Arta representa
el mito épico invertido. Dadas las circunstancias, se ve que, fuera del ámbito temporal,
la mujer no se admira por el hombre. En cambio, se pone en una situación trágica.
Él es la fuente de su desgracia, según la canción popular y el mito relativo.
De hecho, la paradoja del amor se constituye en una relación
de concurrencia insana cuyos aspectos analizamos polifacéticamente y con la ayuda
de la filosofía y la fenomenología hasta la fecha. A veces la mujer, otras el
hombre, ambos padecen crisis de amor, de deseo y dolor.
Por lo que se refiere a la historia Del fantasma de
Charmaena, en poesía de Sotiris Trivisas, Konstantis el curtidor sufre por
la pérdida de su amada, Lenio. Esta vez es el hombre que se convierte en un
monstruo en el ámbito del luto infernal después de su suicidio. Konstantis,
perdido en el desierto de su amor incumplido, nos conmueve a través de su
certidumbre ante la muerte. Su destino de soledad es la idea que refuerza el
entramado de la canción popular desde un punto de vista más amplio y generalizado.
Además de esto, en cuanto al origen del nombre de Charmaena, cabe señalar que
hay una región con el mismo apelativo a quinientos metros de la fortaleza de Amfisa,
donde se reviven esas historias populares y sus costumbres durante el periodo
del carnaval.
En resumen, Dimitris Maramis nos presentó una versión contemporánea
de dos canciones populares basadas en una música llena de contrastes, fuerte y romántica
a la vez, mientras que las interpretaciones de todos los actores y de las actrices
pudieron desviarnos de las obligaciones diarias. Se trata de una experiencia
grabada en mi memoria y quisiera mucho que la función viajara a otros lugares y
escenas también no solo en Grecia sino en otros festivales europeos o no. La cultura
musical, teatral y poética se desarrolla en concordancia con el corazón, el ánimo,
la intuición. Sí, claro que las palabras rellenan esos campos de la
espontaneidad y del gusto personal.

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