Helena, Juicio a una zorra
Al rastrear la figura de Helena, Jean Louis Backès (1937)
sostiene que su mito literario se refiere a un personaje del cual no estamos
seguros en torno a su origen humana o divina. ¿Helena es una diosa o una mujer
mortal al final? Ante esa duda de carácter existencial no resulta sorpresivo que
la vida textual de Helena se perpetue alcanzando un contexto socio-dramático.
El mito de Helena nos lleva a un contexto sociopolítico según
el cual el texto original de Helena -desde Homero, Eurípides hasta Rubén Darío
(poema “el cisne”), Goethe (Fausto) y Miguel del Arco- nunca se termina aceptando
nuevas formas de expresión y vida teatralmente apalabradas por medio del
lenguaje dramático, tragicómico y vivo dadas las circunstancias de la dramatización
creativa.
Y aquí estamos, en la función Helena, Juicio a una zorra
con Lydia Koniordou en el papel principal y con la participación de Babis
Papadopoulos, músico, guitarrista de la banda “Trypes” (la palabra “trípes” significa
“agujeros” en griego, en nosotros el sustantivo es femenino). Su escritor
Miguel del Arco reelabora el poder de la heroína homérica hoy en día, cuestionando
el papel y el pasado de Helena, quien fue maltratada por ambos su marido Menelao
y su rey-padre Tindáreo.
Aunque el nombre de Helena se ha quedado conectado con un
pasado de catástrofes y tumultos, Miguel del Arco aborda la dinámica de Helena
hoy, a través de un análisis macroscópico donde se plantean ciertos discursos
feministas en favor de la importancia de las mujeres como símbolos de
renacimiento, emancipación y crecimiento. Helena quiere hablar “con sus
palabras”. Nadie puede ponerle obstáculos ante su voluntad de ser, hacer,
sentir.
Incluso, la puesta en escena de Christos Sougaris -tuve
la oportunidad de asistir a la función del teatro municipal abierto “Melina (Merkouri)”
de Volos- nos ofreció una versión de Helena tan poética como poderosa, llena de
contrastes que nos permitieron adentrar en los matices de la obra contemporánea.
Además de esto, Lydia Koniordou desempeñó el papel de Helena como si fuera una
viajera mortal y divina a la vez, intercambiando posición, expresión, miradas y
gestos. Todas sus palabras nos invitaban a una comunión en la que su Helena se
desplegaba igual que una historia viva de la otredad. Helena de Lydia Koniordou
tuvo que ver con todas las mujeres en busca de sus derechos, su tiempo personal
y vida polifacética. En lo concerniente a su pasado mítico, ella era más que un
ídolo.
Entre otros fragmentos del texto Helena, Juicio a una
zorra de Miguel del Arco destacan las frases siguientes -o yo pude
distinguir algo más en esas-:
Hay una inscripción en el Templo
de Delfos que dice que “lo más exacto es lo más
bello”. Pero ¿qué es exacto en
este mundo que se escapó en un eructo de la
garganta del bostezante Caos?
(..)
Helena la puta, la casquivana, la
ramera, la meretriz, la desvergonzada, la seductora. La poseída por los furores
de Afrodita.
(..)
Esta noche seré yo quien elija
las palabras. Esta noche seré yo quien
hable desde este lugar al que he
sido condenada.
(..)
Estos héroes siempre en busca de
emociones fuertes.
(..)
¡Insisto!
¡¿Quién escribe la historia?!
(..)
Es cierto que Miguel del Arco pone un fin ante la hiper cultura de invertir en héroes, lo cual claro que nos recuerda a Bertolt Brecht. Toda su forma de escribir quiebra los estereotipos de una lógica patriarcal que solía mermar a las mujeres y sus fuerzas. Al final, aquí está un autor poniendo a Helena en un trono de palabras majestuoso más allá de la victimización y su pasado de violencia experimentada. Afortunadamente la puesta en escena de Christos Sougaris por medio de los objetos escénicos también contribuyó a una realización exitosa donde cada rastro del pasado y detalle cruzaba nuestra mirada dándole impulsos de Artis Amatoriae.
Ars amatoria, Ars armatoria...

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